Tian’anmen, a 30 años de una masacre que incomoda

Pablo Ampuero-Ruiz
4 min readJun 4, 2019

Fue de madrugada, un 4 de junio de 1989. Balas, gritos y ríos de sangre inundaron la afamada plaza de Tian’anmen en la ciudad de Beijing. Después de casi dos meses de protestas y ocupación, estudiantes y trabajadores fueron desalojados violentamente por el Ejército Popular de Liberación. El Partido Comunista (PC) tuvo una posición ambigua. Desde el apoyo inicial, luego la declaración de “disturbio” y finalmente la ley marcial del 20 de mayo. Este comportamiento errático era evidencia de un conflicto profundo entre las diversas líneas políticas al interior del PC.

La Plaza de Tian’anmen en 2019. Créditos: Pablo Ampuero Ruiz ©

A inicios de junio la situación era caótica. El apoyo al movimiento crecía, al igual que sus demandas. Ya no era solo mayor transparencia y menor burocracia, voces en favor de democratizar el país y acabar con el régimen socialista se comenzaron a alzar. La incertidumbre se apoderó de la cúpula, motivando la radicalización de las posturas. Por un lado, Zhao Ziyang, secretario general del Partido y defensor de las reformas económicas y políticas, quien estuvo en la plaza junto a su secretario, Wen Jiabao, demostrando su apoyo a la causa durante la noche del 19 de mayo. Por el otro, Li Peng, primer ministro del gobierno y aliado de Deng Xiaoping, presidente de la comisión militar central.

El 1 de junio, Li Peng publicó un documento que acusaba a los estudiantes de ser terroristas y contrarrevolucionarios. Declaró al movimiento como un “alboroto” y llamó a alistar las tropas. Al día siguiente Zhao Ziyang fue expulsado del comité central y se confirmó la nueva táctica. La operación comenzó a las 21 horas del 3 de junio. A la 1 de la madrugada siguiente las tropas llegaron a la plaza. A las 6 la imagen era desoladora.

¿Una representación accidental de la historia reciente del Partido Comunista? Créditos:r Pablo Ampuero Ruiz©

La plaza de Tian’anmen es probablemente el símbolo político popular más importante de China. Se encuentra en el centro de la ciudad de Beijing, justo frente a la imagen de Mao Zedong que cuelga a la entrada del Palacio Imperial. Está flanqueada por el Museo Nacional y el Palacio del Pueblo. Y se ubica a menos de 1 kilómetro de Zhongnanhai, el cuartel central del Partido Comunista y del Consejo de Estado (gobierno central). En sus 440 m2, la plaza alberga el pabellón nacional, el monumento a los héroes del pueblo, el mausoleo de Mao Zedong, y Zhengyangmen, la antigua puerta de la ciudad imperial. En resumen, Tian’anmen es un símbolo de la historia moderna de China, y como tal, un espacio neurálgico del poder.

Según el gobierno, alrededor de 300 personas murieron y 6,000 fueron heridas en enfrentamientos durante el 4 de junio. En los días siguientes, 21 líderes estudiantiles fueron encarcelados y luego enviados al exilio. En total, hubo alrededor de 1,600 detenciones relacionadas con los disturbios a lo largo y ancho del país. Rápidamente el Partido se movilizó para eliminar la memoria de lo sucedido. Se bloqueó cualquier mención sobre los eventos de 1989. De haber alguna viñeta en un libro de historia, no es más que una breve descripción el caos de una movilización estudiantil, pero en ningún caso señala las muertes. La purga al interior del Partido anuló el poder de su ala liberal y estableció que la reforma política no era necesaria. El consenso en la cúpula era que para sobrevivir había que establecer nuevas bases de legitimidad, tanto local como nacional. Es así como se definió al crecimiento económico como la tarea principal. En las relaciones internacionales, los países que no tomaron medidas diplomáticas contra China, como Chile, fueron premiados con préstamos y acceso al mercado.

Rápidamente, la memoria histórica pareció disiparse. 30 años después, Tian’anmen reemerge como un símbolo de los desafíos de la China contemporánea. Ya no se puede seguir escondiendo el pasado, así como ya no se puede seguir confiando en la mágica formulación del crecimiento económico. La creciente presión social ha llevado a Xi Jinping a tomar una línea ideológica mucho más dura que sus predecesores. Aún así, con todos los dispositivos de control y censura a su disposición, el debate sobre el pasado, presente y futuro de China a 30 años de la masacre de Tian’anmen no se ha podido cercenar. Entonces, en 2019, cuando cerca de un millón de uighures están siendo detenidos en campos de reeducación en la provincia de Xinjiang, cabe preguntarse ¿qué ha aprendido el PC en estos 30 años?

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Pablo Ampuero-Ruiz

Photographer and Social Anthropologist, working at the Institute for Social Science Research (ISSR) of the University of Amsterdam. https://ampueroruiz.info