Hong Kong en la encrucijada: notas desde el campo de batalla

Pablo Ampuero-Ruiz
7 min readJun 13, 2019

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La ciudad de Hong Kong está viviendo una coyuntura histórica. Para los protestantes, lo que está en juego es nada menos que las garantías que entrega su estado de derecho poscolonial. Después de la “Revolución de los Paraguas” de 2014, el aprendizaje de la derrota ha otorgado tierra fértil para un movimiento más dinámico, mejor organizado y con objetivos más claros.

No a la extradición a China. Imagen por Pablo Ampuero

El llamado era para concentrarse afuera del edificio del Consejo Legislativo (LegCo) en Admiralty, el centro político y financiero de Hong Kong, a las 23 horas del martes 11 de Junio. El plan era bloquear los accesos al edificio legislativo, evitando la realización de la segunda revisión de la propuesta de ley agendada para las 11 horas de la mañana siguiente. Cientos de manifestantes se hicieron presente, pasando una tensa noche frente a las fuerzas policiales.

Un joven ayuda en la coordinación de la concentración alrededor del edificio legislativo mientras viste una polera contra la propuesta de ley de extradición a China. Imagen por Pablo Ampuero.

Desde muy temprano pude observar como las masas se movilizaban hacia Admiralty y Tamar, reuniéndose en torno a los edificios del gobierno de Hong Kong. Ya a las 10 de la mañana desde el muelle de Kowloon, donde tomé el ferry para cruzar la isla de Hong Kong, se podía observar la enorme cantidad de personas que se extendía desde el Centro de Exposiciones hasta la gran rueda frente al muelle en Central. El ánimo se podía sentir entre los pasajeros del ferry. En sus teléfonos móviles observaban transmisiones en vivo de lo que estaba sucediendo, mientras otros se comunicaban con sus colegas y amigos para encontrarse en el lugar.

La propuesta en cuestión es una enmienda a la Ley de Delincuentes Fugitivos y Asistencia Legal Mutua en Asuntos Criminales, la cual, entre otros puntos, establece un acuerdo de extradición con la República Popular de China. Según el gobierno de la Región Administrativa Especial (RAE) de Hong Kong, la ley busca cubrir un resquicio legal que puede evitar la escapatoria de criminales hacia zonas sin acuerdo de extradición, como fue el caso de Chong Tan-kai, el ciudadano hongkonés que el año pasado asesinó a su novia embarazada en Taiwán. Entonces, la propuesta plantea dos puntos centrales. Primero, la remoción de los límites geográficos para la entrega de fugitivos con países sin acuerddos de extradición vigentes según el caso. Esta enmienda permitiría la rendición de personas acusadas de crímenes contra la seguridad del estado entre las RAE de Macao y Hong Kong y la “provincia rebelde” de Taiwán con la República Popular de China. Y en segundo lugar, permite que otras jurisdicciones soliciten la conducción de investigación criminal a las autoridades de Hong Kong para ser usada fuera de la RAE. En otras palabras, facilitaría la construcción de casos criminales en lugares con sistemas judiciales altamente politizados, como la República Popular de China.

Concentración en Admiralty desde el edificio legislativo. Imagen por Pablo Ampuero.

La vista sobre Tamar y Admiralty a las 11 de la mañana era formidable. Mientras la parte norte de la ciudad se sentía vacía y silenciosa, mi llegada al edificio legislativo fue recibida con masas de estudiantes y trabajadores organizando la ocupación, sentándose en asambleas, escuchando discursos y vociferando su descontento. “屌你老母”, “que se follen a tu madre”, era el rugido que se hacía sentir cuando se gritaba el nombre de Carrie Lam y Andrew Leung, jefe ejecutiva y presidente del parlamento de Hong Kong, respectivamente.

En mis conversaciones con estudiantes y trabajadores, el sentimiento era claro. La enmienda es la piedra angular en la transgresión del sistema legal y la destrucción del estado de derecho en Hong Kong. Si se acepta, señalan los manifestantes, ningún ciudadano en la RAE estará a salvo de ser juzgado por crímenes que la República Popular de China considere graves, violando la autonomía de Hong Kong. La sospecha es que la orden ha sido enviada desde Zhongnanhai, el cuartel central del Partido Comunista de China, y que Lam y Leung han vendido la ciudad a Beijing. En consecuencia, tras la excusa del caso contra Chong Tan-kai se ha introducido la real voluntad por el control absoluto, la “Xinjiang-ficación” de Hong Kong.

Barricadas en una de las calles principales de la Isla de Hong Kong. Imagen pro Pablo Ampuero.

La organización de las movilizaciones ha sido ejemplar. No hay un liderazgo único, sino grupos de coordinación, muchos con el aprendizaje legado de la “Revolución de los Paraguas” de 2014. Telegram ha sido la plataforma predilecta para pasar información de manera segura. El color blanco ha sido el designado como demostración del descontento, aunque para el miércoles también se recomendaba a vestir de negro por razones de seguridad. Mascarillas quirúrgicas, envoluturas de plástico, paraguas, cascos y gafas eran repartidos libremente en las líneas de choque. Estaciones de suministros con agua, comida e implementos de seguridad se establecieron en diversos puntos entre los manifestantes. Nada era aleatorio. Habían líneas de suministro entre las estaciones principales y las menores que zurcaban a través de la masa de gente. Señas permitían fácil y rápidamente señalar un requerimiento hacia las líneas de suplemento: tijeras, medicación, tirantes plásticos para asegurar las barricadas, guantes, cascos, etc. En cuestión de minutos se podían satisfacer las necesidades de seguridad y salud de los convocados. Estaciones de primeros auxilios, con voluntarios fáciles de identificar también se hacían presente. Entre ellos organizaban rondas para distribuir mascarillas, las cuales no solo protegen del gas lacrimógeno, pero también permiten mantener el anonimato.

El movimiento ha aprendido de los errores de generaciones previas. Es así como una de las prioridades ha sido el ser “invisibles”, no dejar rastros que puedan ser usados en su contra. Tanto en estaciones del metro como en el ferry, los protestantes privilegian la compra de tickets frente al uso de su tarjeta de transporte. Esta última archiva la actividad del usuario, la cual ha sido utilizada por la polícía para perseguir a manifestantes en 2014. Nada se deja al azar, por lo que la coordinación ha puesto a disposición un manual para proteger la identidad de los manifestantes en la era digital.

Manifestantes y policías se preparan en el momento más tenso de la tarde. Imagen por Pablo Ampuero.

A las 14 horas la reunión que había sido postergada, se dió finalmente por cancelada. El sentimiento era de esperanza. Se socializó un ultimátum: si el gobierno no retira la enmienda a las 15 horas, el movimiento se verá obligado a escalar. La tensión se hacía sentir. Los policías que estaban sentados capeando los 30 grados de calor y 88 por ciento de humedad se pusieron de pie. Sus capitanes dieron la arenga. Hubo cambio de guardia. A las 3 de la tarde ambos lados de la línea estaban en alerta. Miembos del parlamento y del gobierno fueron desalojados… pero nada pasó.

La consciencia civil de los protestantes era increíble. Saben la fuerza que tienen. Más de un millón de personas salieron a marchar el domingo pasado por las calles de la isla de Hong Kong. El grupo se mantuvo sólido hasta entrada la noche. Recién a medianoche comenzaron los enfrentamientos entre secores más radicales de la población intentando ocupar el LegCo contra la fuerza policial. Tras las imágenes de la madrugada del lunes, cualquier cosa se podía esperar para hoy. La policía relucía batones, mochilas lanzaagua, granadas lacrimógenas y escopetas con balines.

Participantes del cerco del LegCo se protegen de la lluvia en medio de una intensa tormenta. Imagen por Pablo Ampuero.

Después de una intensa lluvia y mientras la tensión crecía, los manifestantes que atacaban con gritos: “retiren la ley”, “manden a Carrie Lam y Andrew Leung a China”, “que les follen a sus madres”… la policía comenzó a usar gas, agua química y balines de forma indiscriminada. En medio del caos, el movimiento se movía como un líquido. Una mezcla del Jeet Kune Do de Bruce Lee y de las enseñanzas de Sun Zi. Mientras la policía avanzaba, el movimiento retrocedía y rápidamente se reorganizaba. Con agua extinguían rápidamente las granadas lacrimógenas. Cuando la policía se retiraba, la línea de vanguardia inmediatamente avanzaba y era reforzada por el resto de los asistentes. La sinfonía épica del movimiento social se extendió hasta la madrugada del jueves, cuando la policía bombardeó el centro de la ciudad con gaas lacrimógeno, forzando la retirada estratégica de los manifestantes.

El resultado de la jornada del 12 de junio fue un claro triunfo para el movimiento contra la enmienda. Se logró cancelar la reunión del parlamento y deferirla hasta la semana siguiente. Los días siguientes serán de reorganización y socialización entre la creciente masa de gente descontenta con el rumbo político que ha tomado la RAE. La seriedad de la situación es claramente observable en las calles de Hong Kong. Nadie está al margen del asunto, e incluso hay voces opositoras a la enmienda en la élite política de la isla. El sentimiento entre el público es que el futuro de Hong Kong y su gente está en juego, y esta es la última oportunidad para salvaguardarla. Lo que ha comenzado este miércoles es una batalla abierta entre el pueblo organizado defendiendo sus victorias contra un régimen autoritario sofisticado. Esta es la Batalla de Hong Kong.

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Pablo Ampuero-Ruiz

Photographer and Social Anthropologist, working at the Institute for Social Science Research (ISSR) of the University of Amsterdam. https://ampueroruiz.info